Una historia de generosidad humana

Ayer nos entró un pedido para traducir del neerlandés. En esto de la traducción jurada se cumple a rajatabla la ley de la oferta y la demanda: a menos traductores, la tarifa es más elevada. Así que las traducciones de idiomas como el neerlandés, el ruso o el árabe son bastantes más caras que las de inglés o alemán.

El cliente llamó preguntando si no podía pagar página y media, que era lo que estaba enviando y le tuvimos que explicar que no. El sistema solo tomaba páginas completas. Y la verdad es que nos gustaría tener dinero para construir un software que cuente palabras para ofrecer traducciones más ajustadas pero es lo que hay si queremos ofrecer presupuestos al instante con la tecnología que tenemos.

A continuación recibimos una llamada de la traductora, que ha visto la segunda página y nos preguntaba si podría rebajar la tarifa que eso no eran dos páginas y le contamos lo mismo que al cliente. Entonces ella nos explica que tiene una tarifa mínima de X euros pero si son documentos de más de una pagina cobra menos (esto es algo que nos constaría implementar en nuestro software, las personas seguimos superando a las máquinas). Literalmente nos dijo que «no podría dormir esta noche si les cobrara tanto». Cuando le dijimos que el cliente ya había pagado inmediatamente nos ofreció una rebaja en el precio que le trasladamos al cliente. Y el cliente, la mar de contento, claro.

Llevamos unos días de estrés, en plena temporada alta de traducciones, y este tipo de historias nos alegran un montón.

Imagen destacada de Amanda Westmont bajo licencia CC

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